sábado, 27 de julio de 2013

EL BRAZALETE





Me acordé que había olvidado de recoger las tareas en casa de Tenchi, dejé en el locker de la universidad el número de Guchiken, quería llegar lo antes posible a mi casa pero me encontré en el camino al salir de las clases de piano a Myrian y como la vi un poco triste escuché de sus problemas familiares un día más solo que esta vez ya comenzaba a sensibilizarme y es que de tanto escuchar el mismo cuento hasta puede uno predecir qué es lo que sigue después. Sus padres la dejarían sola por ir a buscar al hijo perdido en el caribe, una irresponsabilidad de su juventud antes de que la última, su hija, naciera con un problema ligero de asma. Por otro lado yo tenía padres que eran atentos y pacíficos, al contrario estaba esperando que fueran un poco quisquillosos y me prohibieran de vez en cuando pero uno tiene que inventarse las situaciones, como sugestionarse que el día de hoy será mejor que el de ayer.

Acompañé a Myrian a su casa y al invitarme un jugo de naranja. Cerca de las dos de la tarde con dos minutos el teléfono de su sala empieza a sonar con la terrible vos de Guchiken al otro lado, a pesar de que sus palabras fueron solo gritos logramos alcanzar a oír lo siguientes: “!Lo hice mis queridas Matildes, lo he logrado, vengan rápido a mi casa, tienes que ver esto!”, de inmediato fuimos a la avenida Rudolfensis y abordamos el bus a nuestro destino y mientras la curiosidad nos absorbía en nuestros asientos volteé a mi derecha para ver a través de los cristales de la ventana, "Deyabú"... ese cartel de Sosucola absurdo haciendo referencia a que el contenido líquido era del planeta Marte “!Del Mejor planeta el mejor sabor extraterrestre, Pruébalo ya y no te pierdas el viaje interestelar 2060!”. A penas estábamos en Agosto pero promocionaban el año nuevo en todos lados, los hologramas gigantes de las avenidas y los grandes televisores de las carreteras estaban obsesionados con ese año por lo que sucedió hace seis atrás cuando se celebraba un incidente “Extra- terrestre”. Según El presidente de la nación Tolombiana había caído en el mar de Tartagena una nave sin identificación donde no saben si era la fecha o el número de placa que estaba tallado sobre el fierro pulido de esa nave negro brillante petroleada y puntiaguda que por casi un año fue noticia en los diarios amarillos, no se halló pilotos humanos o robots, tan solo estaba vacía con trajes al estilo submarino pero que cambiaban de color gris a rojo a la temperatura del sol y más a dentro aún estaban esos grandes brazaletes que por estos últimos cuatro años han estado siendo estudiados por los físicos y matemáticos más inteligentes del mundo, aquellos artefactos estaban construidos por ingeniería tan avanzada que aún no podían saber de qué material sintético estaba echa la mayor parte de su exterior.

Llegamos a casa de Guchiken, nos llevó a su escondite, vi con sorpresa que era una especie de científico lo que provocó un nudo en mi garganta, me apretaba, me quitaba el aire. !NO PUEDE SER POSIBLE! Volteé cuando al fin alzó la voz con euforia para mostrarnos lo que tenía en sus manos, el viento me abofeteó tan fuerte que tuve que sostenerme de Myrian pero ella no tuvo reacción alguna hasta que comenzó a llorar.

-Matildes, al fin he descubierto para qué se ha usado este brazalete y !Ahora funciona de nuevo!-

-!Hermano!- Dijo Myrian. 

-No quise hacerle daño- Dijo Guchiken después de que el joven cayó al suelo.


@BetsyMJAPCF - Twitter

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