(Para variar, otro desahogo)
Sacrosanto escritorio, Jesús María
Algún lunes de enero 2012
7:10p.m.
Un trote lento me indicaba que el resto de
entrenamiento sería como siempre, sin problemas y a veces escaso de diversión,
y como a menudo mi cabeza me pone tantas palabras, tantos pensamientos que al
escoger uno no puedo dejar de preguntarme cómo obtener “X” desde aquel agosto
costero en la tarde, cuando Colombia se iba del hotel, Argentina se burlaba de
la short stop de Aruba… ¿Cómo es que
Brasil después de darme un buen espectáculo a los dieciséis años ahora tiene un
equipo así de unido? Pues… ¿Quién sabe, verdad? ya hablé con su entrenadora
cubana sin respuesta convincente. ¿Cómo las personas de pronto son serias diez
a once días para aparentar ser quién es de verdad o quién es de mentiritas
nomas, mientras otros excretan en sus narices? ¡Out! ¡Sácala! Saca la careta de payaso mal vestido, de cuentero de
barrio, de bacán oe qué loco, pucha qué malo qué es, qué shrek, JÁ, JÁ, JÁ risitas simpatizantes después. Cuánta vergüenza
seguro le dábamos, cuánta vergüenza cuando ayer éramos su mejor producto de
venderse al mundo caribeño o perdón, como producto “Norteamericano” total, para
mí el mejor manojo de profesionales es mi equipo ¡Caracho!, es el mejor, el que
juega porque para comer tiene y de sobra, porque para joder jode sin joder a
nadie, porque para divertirse solo necesita la bola y el guante puesto. Ese es
mi equipo, el superior, duela a quien le duela, flacas, blancas, chinas,
cholas, negras y muchas trigueña pero todas inteligentes, todas sin faltas
ortográficas, hobbieras nomas, ¡No, mejor
no sigo! que llorarán algunos, porque para eso cuando se nos da la gana, total,
todo será mejor que eso, para mí solita nomas, yo me entiendo. Esa tarde que al
estar por no controlar mis nervios, pensando en movimientos nuevos sin errores
viejos, cosas extrañas de película, de comerciales, de programas sabatinos,
domingueros, reflexivos, en la tele lo veía mientras inconscientemente cantaba
esa musiquilla pegadora, congelada o abrumada, qué más ya no sé ni cómo… Sin
tener un papel blanco y mi lápiz Artesco 2B en la mano <<POoor su doloroooosa
pasióoon, ten misericordia de nosotros y del mundo entero…>> sí, mi lado espiritual siempre me reclamó
misericordia. La canción me tranquilizó un momento porque me recordó a mi madre
que en cualquier tarde limeña no se perdía nunca ese santo canal PAXtv. Bueno, para qué tanto chamullo,
esa no era la incógnita a hallar. Ahí mismo recobré mis cinco sentidos, pasó
una estrella fugaz pintada con mi íntegro futuro, la cabeza comúnmente nos hace
esa jugada de imaginación como cuando leímos algún libro de J.K Rowling, pensaba: ¿Qué estás
haciendo Lucas (Mi incondicional yo pesimista)?¿Qué estás haciendo contigo,
aquí? Me dio hasta vergüenza de responderme en voz alta, la tranquilidad
regresó a mí después de tres minutos que anoté mi…
Estaba al turno de bateo contra Venezuela
y lo único que quería es que confíes en mí, quería escuchar un poco de tu aliento,
aunque sea gritos no importa, hermana, hermano, quería escuchar tu voz, ¡Dios!
No te escuché, ni me miraste, porque tu estúpido “pensar” de amigo creía que
fallaría. “Confianza”, al carajo con eso, con esto y con lo otro, con ella
porque ya ni pensaba hacerla correr con mi batazo -------- -recto sobre segunda base-
ya no, solo quería callarte la boca… ¡Pum! Hit tonto a sus manos….
Estudiar como siempre con foto-cuadernos
en la mesa, con cada palabra dictada en clase, estoy feliz porque hoy me llamó
y dijo -¡Muy bien hecho, sacaste veinte! Y tu ortografía ha mejorado al 95%-
-Cielo,
cinco capas de la atmósfera, donde en la termósfera volaba el avión que me
regresaba a mi mundo, lo que más anhelo-
Soy feliz porque solo tengo doce años y ya
escribo cuentos cortos en verso o al menos lo intento; “Los tres ositos,
versión B.B.A.” nada que ver con ricitos de oro ni esa avena que desayuno por
la mañana… Hit con pinta de fly que
pasó sobre centerfield…
He leído ese poema cien veces en voz alta
frente al espejo del baño, luego en el cuarto donde te moriste cuando tenía
nueve años, abuela, en el mismísimo lugar donde pongo mi almohada pensando en
por qué ahora te extraño tanto, no me emocioné ni una sola vez en cada palabra
que te describía, y ahora que busco esas letras no las encuentro, seguro que
deben estar debajo de quilos de polvo y pelusa, yo te guardo, abuela, pero
frente a esa clase de literatura en cuarto de media que para mí era una
multitud de compañeras no pude aguantarme ni en el tercer verso porque me puse
a chillar como magdalena e hice llorar a Andrea. La profesora me sentó -¿Se
habrá decepcionado de mí?- y le entregó el poema a mi amiga Damián que ni
siquiera respetó los puntos y comas. La chupis profe me felicitó y premió con
un veinte porque le gustó tanto como a ti esta composición que hice la noche
anterior. Aprendí que ese para mi fue otro hit, otro…
Me seco las lágrimas por la culpa de esta
madrugada maldita que estaba viviendo, casi cinco de la madrugada y quería
mandar a las “heces” por no decir “mierda” a todo el mundo. Suena asqueroso,
sí, pero pensándolo bien no es a todo el mundo, solo es a dos personas que me
entrenaron meses sobre meses en shortstop
para que me pongan a jugar de jardín izquierdo. A esas dos personas quiero
decirles que las quiero tanto, que les debo el carácter que tengo ahora, que
les debo el rencor que alguna vez sentí, que en ese momento sí, si quería darles
de alma, perdón, quería agarrarlas a puro… En ese momento sí les echo la culpa
de sentirme tan principiante, tan poca cosa, cuando la bola recta de la pitcher canadiense pasaba sobre home y me ponchaba. No todo fue tan malo porque tú
me inspiraste, “Dominicana”, cuando la sacaste del campo varias veces y cada
que se te daba la gana, al menos me duró un rato pero cuando lo tuve aprendí
contigo. Tú me enseñaste qué era entrenar, qué era esconderse por los pasillos
del hotel Micotti en Maracay,
Venezuela, a las 11:40pm para regalarte mi visera blanca perucha con la que
tanto me encariñé en el sudamericano pasado, sé ahora qué era tomarme una foto
contigo, qué era pedirte un autógrafo y qué era hablar con una persona, una jugadora
tan buena, tan respetable que sí sabe dar un buen…
-¡Heeeeeyyyyy!, han traído un nuevo
deporte, creo que es beisbol- Decía Mayté con la emoción de ayer, yo de curiosa
me acerqué a la hora de salida al gimnasio con la sorpresa de que sí, era
beisbol, a no perdón, Softball un
deporte similar pero con mayor impacto entre mujeres, y desde entonces entrené
hasta que un día te escuché hablar de Selección Nacional, quizá un reto más que
se me dio la gana de cumplir por tres motivos; 1.No jugar futbol nunca más (Qué
asco lo odio) 2.Era el deporte con que soñaba al agarrar el nintendo rojo de
Riqui a los siete añitos después de que él me obligaba a leer una pila de
chistes del pato Lucas y un tal superman
amanerado que usaba la tanga roja encima de la panti azul, me encantaba. Imaginar
ese gran diamante frente a mí donde los árbitros gritan: “Out, outside the field, ball, strike one” no entendía nada, pero sonaba
tan bonito. Ese juego menudo donde das esos saltos emocionantes por la bola,
ese donde casi te arrastras para llegar a la base, para anotar una carrera que
alguna vez jugó el niño adoptado de la película “Adorable criatura”, ese pues,
ese deporte que cuando no lo juegas te siente tan feo, tan vacía por dentro,
escasa de adrenalina, triste, hemoglobina, desmayada mal, eso que ahora es mi
pared frente a la espada que más amo. 3. Llegar a ti, espada, porque te imaginé
así de filuda, de brillante, de pesada e incómodamente cómoda, así te soñé
mientras subía las escaleras para recibir las primeras clases en primaria con
la profe IBO, así te soñé y me sigo emocionando.
Realmente no importa el motivo por lo que
se me dio la reverenda gana de dar un… ¡Y ya, nada más!
Ayer caminé como chasqui por la chamba de verano repartiendo los
documentos y la publicidad en toda gamarra, ese trabajo que tengo para no pedir
más dinero y comprar chucherías; tinta para imprimir más canciones de mi
Michael Jackson, esmaltes negros y blancos para esa onda medio Emo que se me ha
pegado a los diecinueve, para comprar “Por
favor no me veces” de Beto Ortiz, mi admirable escritor y reportero, a el
que la prensa amarilla recontra chicha que algunas veces leemos en casa lo
llaman discriminadamente “Chimbombo” algo que él detesta por dos razones
supongo: 1.Chimbombo en muchos países es cualquier cosa menos lo que aquí
significa. 2.”Homosexual” Para Perú (la gran mayoría piensa) -todo lo
inteligente es Gay- no literalmente, ¡HUyyyyyyyyyy, qué lisura! (¡Pecado!
pensares primitivos y hasta casi salvajes en este siglo XXI, en la tele, en la
radio, la vestida, la comida, en fin y al fin a ellos que heces les importa
¿Verdad?, así son algunos aquí y digo aquí porque obviamente no me pondré a
hablar de otros países como ese que gobierna el intelectual y su altísimo Evo
del pollo hormonal Morales. ¡Sí e ñor ese mero!
Quería ese libro, el que escribió hace
poco donde repartió autógrafos y yo no pude ir, el libro
que si pedía me lo iban a negar. ¿Qué interesante puede escribir ese inconcluso
universitario? Alguna vez dijo el que usó de ejemplo varias de sus crónicas, el
que lee de historia universal cuando ve “Utilísima” en cable mágico, el que ni
sabe escribir, tú pues Chimbombo frustrado del Diego Ferré – ¡Con Cariño!- no
vaya ser que después me denuncies si alguna vez llegas a leer aunque sea dos
párrafos de este desahogado escrito mío y también vuestro. Si tú supieras que
cuando leí por primera vez a este señor,
me di cuenta que me recordó a la “Faraona”, la profe de Ciencias Sociales que
tanto admiraba a los quince, esa profe con su peculiar forma de contar la
historia del Perú, con la que me volví nacionalista y xenofóbica, mentira,
porque al fin con él… de veritas, ese es el estilo que buscaba, ese que escribe
y habla con la lengua rasurada, ese que dice verdades, ese que tira tortas por
doquier, que hacen las personas como tú, Já, ni lo sueñas siquiera. Ese estilo
tan bueno y nada cutre que se parecía al mío “El diario de Violeta Braham” (ficción) el que comencé a escribí en
el 2001 después del 2000 cuando se iba acabar el mundo por primera vez, sí, en
ese diario de Winnie Pooh que me regaló Marsha, la incondicional amiga Mogul a mis nueve años y medio -Te
extraño Marsha-. Ese libro que terminé de escribir en el 2003 cuando se perdió
la gran mayoría un día después entre los archivos de Culture club, su vocalista de ojos hermosos Boy George y la
incondicional música de Stevie Wonder por culpa de ese tipo de gripe computarizado,
de ese hijo solo me queda varios papeles con faltas ortográficas y su
estructura porque la historia completa está en mi mente sin faltarle un solo
diálogo… Mi primera carrera en contra después de ese… Si ustedes,
los que me negaron su libro supieran que algunas veces me levanto a escondidas
a las 5:00a.m. Para verlo cómo habla de política, de economía, de cultura, de
literatura, de lo que sea porque lo hace tan bien, #BravoBeto, vamos que lo
admiro tanto y siempre me divierto leyendo su columna en Perú21. Ayer cuando llegué a casa después de esa jornada económica en Gamarra, me llamaron
para decirme; -Hola, nos comunicamos para avisarle que sus papeles fueron
aprobados y aceptados por el decanato, usted ya puede comenzar a asistir a sus
clases en el aula 2-A de ingresantes 2010, ¡felicidades!- ¡Vaya genial y sin
dar examen de admisión! (Descartado la U “Villareal, descartado la U Simón
Bolívar).
Recuerdo todavía que en segundo ciclo
aposté a Sócrates y a platón que en sus tres alegorías, aprobaría con alta
nota, quince, la segunda mejor nota, otro y casi el principal orgulloso… con mi
bat 33 inch de 21 años de seguir queriendo,
anhelando, soñando, logrando lo que se me da la gana, disfrutar de cada… en el
momento que me lo proponga, de gozarlo, de jugarlo a mi manera y contra
cualquiera, de no ponerlo en segundo lugar, ¡no más! De Jugarlo ¡Caray!, solo
jugarlo aquí en mí barrio o donde mierda sea.
Este es mi campeonato, mi mundial, mi
pichanga diaria para que lo sepáis, ignorante culebra, para tu información,
para tu libro, para tu Yahoo, para tu
agenda del IPD 2012. Te adoro tanto
mi parásito del softball, no sabes lo que te quiero y lamento que este haya
sido el mejor de algún otro Home rund
en tus narices, otro orgullosísimo ¡Batazo hermoso!
Lástima que me obligaste y lástima que no
me atreví a poner tu nombre. ¡No me olvidaré de este entrenamiento! De este amargo,
torpe, e infantil trote lento.
(Entre la espada y la pared te
sigo pensando, futuro,
con melodías ajenas a las mías)
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