domingo, 14 de abril de 2013

CUENTOS CORTOS

(Cuento cortos)


Dos pomos de Agua 

-!Por favor, dos pomos de agua!- Le hablaba un anciano de al menos sesenta años a un muchacho que estaba en el mostrador de la tienda, una tienda  a la que acudía todos los días a las once de la mañana sin ser interrumpido por nadie, pero aquella mañana no fue así. -A mí dame uno !por favor Juanito!- Dijo la dama de vestido floreado que esperaba en un rincón de la tienda junto a la refrigeradora mientras empujaba el aire  hacia ella con velocidad al usar su abanico. -Disculpa Mario, permita que atienda primero a esta dama, ya pronto lo atiendo a usted- Dijo el muchacho de cabellos puntiagudos peinado con gel que se veía muy apurado mientras que poco a poco la tienda comenzaba a llenarse de comensales que deseaban un poco de hidratación por aquél sol que azotaba al ser aún verano. -No te apures Juanito, puedo esperar un poco- dijo amablemente el anciano. Este anciano al verse preocupado porque solo quedaban nueve pomos de agua de seis litros y es que venían hasta el mostrador uno y otro y otro comprador, solo le quedaba rogar que no pidieran más agua pero al parecer ese día estaba según lo que él pensaba, saliendo muy mal. -No te preocupes Miguelito, o Mario ¿Cómo es que te llamas compañero?- Le dijo el anciano que arregla electrodomésticos al frente de la tienda. -Mario compañero, me llamo Mario- Dijo nervioso mientras veía que dos pomos de aguas se iban frente a él entonces su mente comenzó a indagar con tanta fluidez que comenzó a sudar como si hubiera corrido varios cientos de metros al rededor de esa pequeña tienda en la esquina del mercado.

Al parecer todo iba bien, aquella tienda de la esquina hasta apodo tenía por los verduleros que entraban y salían, a las señoras mayores les encantaba ir a sentarse a las mesitas que usaban los borrachos en las noches para beber alcohol, las señoras pedían dos coca colas, un par de quequitos y una bolsa de nueces para sus dulces de caramelo quemado que hacían para sus nietos. 

Mario se estaba impacientando hasta que de pronto decide ir al Banco para sacar un poco de dinero y cuando llega se ve con una cola inmensa pero decide estar ahí por un momento mientras tan solo sacar el boleto de atención con su número le era complicado. Pero sabía que tenía que tener paciencia y que ya aunque sea con demora tendría la atención, entonces vienen dos señora con velo blanco, eran dos hermanas de la congregación guadalupana que mientras estaban en la cola hablaban de los panes y la comida que prepararían más tarde, Mario solo se pudo interesar en esa conversación para distraerse un poco pero a pesar de eso se comenzaba a impacientar y mirar al cielo y decir ¿Por qué me das un día tan difícil hoy? ¿Por qué si otros días son tan tranquilos y ni una mosca pasa para cruzarse frente a mí? ¿Por qué, Por qué? ¿Por qué me das un día tan malo? Entonces la Monja lo escucha y le dice, -¿Señor, tiene algún problema?- y Mario le responde amablemente -!No señora, no tengo problemas, mi vida es completamente perfecta y bendecida por la vida gracias a nuestro Dios!- -Muy bien- le dijo la hermana detrás de él -Pues agradezca siempre por esa paciencia que tiene y por esas bendiciones en su vida- Y Mario gruñía por dentro mientras que poco a poco se daba cuenta de que tenía razón que por más complicado que era el día todo iba a estar bien. 

Había pasado una hora desde que llegó al Banco y aún faltaban cincuenta personas más delante de él, entonces le habla a las hermanas -Disculpen señoras, voy aquí con mi pequeño carrito para traer mis pomos de agua que dejé en la tienda, quisiera pedirles por favor si es que me cubren en la cola para la atención, no demoraré, solo son unos minutos- -Por su puesto caballero, aquí le guardamos el sitio- 

Llegó a la tienda y solo quedaba un poco de agua y antes de llegar al mostrador a reclamarlo llegan unos muchachos de la Playa, muy grandes y fornidos que querían llevársela, entonces Mario les dijo -Ese pomo que está ahí es mío- -¿Qué anciano? no nos moleste, nosotros lo necesitamos, tenemos varios compañeros ahí afuera que se mueren de sed- -Sí pero yo vine antes que ustedes y además también necesito el agua- Dijo Mario. -Perdone señor pero ¿Para qué la necesita?, nosotros somos diez personas y nos la acabaremos de inmediato, dígame usted ¿Se va tomar toda esa agua solo ahora mismo?- Dijo molesto el chico. -No, la verdad no la necesito ahora, llévenla si quieren- Mario después de decir eso se dio la vuelta con la cabeza abajo y comenzó a lamentarse ¿Por qué a mí? ¿Por qué me haces esto? yo que quería un poco de agua como todas las semanas y no voy a tenerla hoy a pesar de que me esperé mucho por tenerla. 

Cuando salió de esa calle se fue al banco pero antes de llegar decidió ir de nuevo a la tienda pero esta vez a pedir una botella de agua de un litro para ir tocándosela en el camino, el chico del mostrador se la entregó con pena y disculpas al no poder haberle reservado las botellas de agua por la razón de que vio que se retiró del lugar pensando que ya no las quería. Mario solo le quedaba regresar por ellas en la noche o mañana en la mañana. Al regresar al Banco se dio con la sorpresa que estaban atendiendo a las monjas. -Huyy carambas  ya perdí mi número- se dijo así mismo cuando las monjas al darse la vuelta y salir de la cola de atención lo miran y le dicen -Caballero, ¿Por qué demoró tanto? acaba de perder el turno ahora tendrá que pedir otro boleto de atención o quizá esperar a los números que ya pasaron- -No se moleste en recordarme aquello que estoy con mucha mala suerte hoy- le dijo a la monja. -No señor la mala suerte no existe, las oportunidades, las ocasiones para equivocarse sí pero uno puede evitar que pasen- le respondió a Mario. -siempre tendré ganas de esperar pero no sé si podré- Le dijo a la monja y se fue.

Cuando estaba yendo a su casa se encuentra con la señora del abanico que le daba de beber a sus dos perros en el jardín del pomo que había comprado, tuvo que pasar de nuevo por la tienda y fue ahí que ve al chico del mostrador llorando afuera mientras un policía lo sostenía para tranquilizarlo y un camión de repartidores de agua estaba afuera junto con una ambulancia. De pronto le entró pánico y se acercó al chico. -¿Qué pasa muchacho por qué lloras?- -Es que vendí agua envenenada- Le dijo a Mario -¿Qué? ¿cómo es posible?- le dijo -Es que los que reparten la carga me acaban de avisar que uno de sus empleados de la fábrica dejó caer sin querer varios sobres de lejía que usaba para limpieza de los baños dentro de los contenedores de agua, eran un paquete de 20- Le dijo a Mario. -¿Huy y Ahora qué van a ser con el agua que han vendido?- le habló al muchacho que lloraba de desesperación. -Hasta ahora los únicos afectados han sido los chicos que han venido de la playa, ya se llevaron a cinco que consumieron los demás están dentro de mi tienda desmayados, pero la ambulancia ya se los está llevando, es una fatal negligencia de la empresa de agua por no supervisar y sobre todo por darme esos pomos- -¿Qué pasó con los demás?- le dijo al muchacho -Pues todos ya han venido a devolver esos pomos y a quejarse de dolor de estómago porque ellos solo han probado un poco- dijo el chico que ya estaba calmado. 
-!Hoy sí que fue distinto a otros días!- se dijo así mismo y regresó a su casa muy tranquilo.

Llegar al Banco a tiempo, llegar temprano a la tienda, salvarse de estar envenenado. ¿Es cuestión de suerte?
Cuando el día empieza diferente no es que se haya complicado es que algo puede pasar y para eso debemos estar prevenidos. ¿Si perdió la cola del Banco es cuestión de suerte?, no, si estaba en un lugar tenía que quedarse ahí, recuerden que cuando se comienza algo es mejor terminarlo en el momento por más que lleve tiempo y si no tenemos lo que queremos en un lugar pues nos vamos a otro, pero solo si de verdad lo necesitamos.

Una cuestión mejor!!!

"En una municipalidad se reúne el alcalde con sus diputados para resolver un problema que aqueja la ciudad y en aquella resolverían de una vez por todas el acabar con la delincuencia y motivar a los jóvenes a ocupar sus vidas. Uno de ellos le dice al Alcalde ¿Será posible acabar con la delincuencia? entonces a ninguno se le ocurría nada y es que esa pregunta le exigía dos respuestas únicas -SI- o -NO-. 

Se volvieron a reunir al día siguiente y el Alcalde les preguntó ¿Cómo hacemos para acabar con la delincuencia y los vagos de las calles? entonces de pronto empezaron a aparecer muchas ideas una tras otra hasta al fin tener setenta y cinco escritas en un papel" 

-¿Qué es mejor, preguntar si es posible o preguntar cómo lo haremos posible?- Le dijo el alcalde a sus diputados a lo que todos respondieron cada uno por su cuenta: "Tenemos setenta y cinco formas de probar que será posible todo lo que hagamos" -Todo será posible mientras queramos que sea posible, solo es cuestión de comenzar- Le dijo el alcalde a sus diputados.


@BetsyMJAPCF -Twitter-

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